OP-ED: Silencio, celulares y violencia: lo que realmente pasa en los autobuses escolares

— By Maribel A. Piza | Attorney at Law —

South Florida — 13 de mayo de 2025 — (NOTICIAS NEWSWIRE) — Odio, violencia y apatía ya no son titulares lejanos: ahora viajan junto a nuestros hijos en los autobuses escolares. Lo que solía ser un símbolo de seguridad y rutina se está convirtiendo cada vez más en un escenario de trauma y agresión descontrolada.

Tan solo el mes pasado, en Georgia, un niño de 7 años fue golpeado por siete compañeros, algunos de tan solo cinco años. Increíblemente, el conductor del autobús presenció el ataque sin intervenir.

En marzo de 2025, una joven de 16 años de la escuela South Plantation High School en el condado de Broward, Florida, fue brutalmente atacada por otros estudiantes dentro de un autobús escolar. El incidente fue grabado y compartido en redes sociales, lo que generó gran preocupación sobre la seguridad estudiantil y el papel de los espectadores en situaciones de violencia.

Ese mismo mes, en Bryan, Texas, un niño de 11 años fue agredido por tres compañeros de escuela en un autobús. El ataque le dejó múltiples moretones y lesiones. Fue grabado con el celular de otro estudiante y también difundido en redes. Las autoridades locales y el distrito escolar están investigando el caso.

Estos incidentes han sido noticia nacional.

Y ahora, está ocurriendo aquí —en nuestro propio patio trasero.

En el condado de Broward, mi cliente, un estudiante de secundaria de 15 años, fue brutalmente atacado en un autobús escolar en la ciudad de Davie. Al menos 20 estudiantes presenciaron el ataque. Ninguno intervino. Nadie intentó detenerlo. Muchos simplemente grabaron con sus teléfonos. Nos hemos convertido en una sociedad de espectadores—observando el sufrimiento en tiempo real, más preocupados por el contenido que por la compasión.

Esto no es simplemente acoso escolar. Es violencia. Es negligencia. Y es profundamente alarmante.

Al acercarse el final del año escolar 2024–2025, debemos enfrentar una dura realidad: los autobuses escolares ya no son espacios seguros. Los padres envían a sus hijos cada mañana esperando que regresen a casa sin daño alguno. Pero estos recientes sucesos están sacudiendo esa confianza hasta su raíz.

Hacemos un llamado urgente a los distritos escolares, a los padres y a los estudiantes para que tomen acción inmediata. La conciencia es el primer paso. Cada padre debe saber lo que ocurre en el autobús de su hijo. Exijan responsabilidad a las escuelas y a los departamentos de transporte. Promuevan la presencia de monitores capacitados o mejores sistemas de vigilancia en los autobuses. Hablen con sus hijos sobre lo que ven —y sobre lo que callan.

También instamos a los estudiantes a recuperar los valores que una vez nos enseñaron: “Si ves algo, dilo.” “Haz lo correcto.” Es hora de reemplazar los videos virales por valores genuinos. Animemos a los jóvenes a ser buenos samaritanos, no testigos pasivos.

La violencia en nuestros autobuses escolares es un reflejo de una decadencia cultural más amplia —pero no es irreversible. Hagamos del ciclo escolar 2025–2026 el año del cambio. Un año en el que el silencio ya no se confunda con neutralidad. Un año en el que no hacer nada ya no sea aceptable. Un año en el que nuestros niños se sientan seguros nuevamente.

Este problema no está ocurriendo “en otro lugar». Está aquí. Está ocurriendo ahora. Y requiere de nuestra atención.

Sobre la autora
Maribel A. Pizá es una abogada de inmigración dedicada a defender políticas que promuevan la justicia y la equidad. Está disponible para entrevistas y comentarios al (954) 367-6492 o por correo electrónico a maribel@maribelpizafl.com.

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OP-ED: The New Frontline of Violence — Our Children’s School Buses

— By Maribel A. Piza | Attorney at Law —

In March 2025, a 16-year-old girl from South Plantation High School in Broward County, Florida, was brutally attacked by fellow students on a school bus. The incident was recorded and shared on social media, raising concerns about student safety and the role of bystanders during such events.

In March 2025, an 11-year-old boy in Bryan, Texas, was assaulted by three fellow students on a school bus. The attack left him with extensive bruises and injuries. The incident was recorded on a student’s cell phone and later shared on social media. Local authorities and the school district are investigating the incident.

Those stories have made national headlines.

Now, it’s happening here—right in our own backyard.

In Broward County, my client, a 15-year-old middle school student was viciously attacked on a school bus in Davie. At least 20 students witnessed the assault. Not one stepped in. No one tried to stop it. Many simply recorded it on their phones. We’ve become a society of spectators—watching suffering unfold in real time, more concerned with content than compassion.

This is not just bullying. It is violence. It is negligence. And it is deeply concerning.

As the 2024–2025 school year comes to a close, we must confront the reality: school buses are no longer safe spaces. Parents send their children off in the morning expecting they’ll return home unharmed. But these recent events are shaking that faith to its core.

We are calling on school districts, parents, and students to take immediate action. Awareness is the first step. Every parent should know what’s happening on their child’s bus. Demand accountability from schools and transportation departments. Advocate for trained monitors or better surveillance on buses. Talk to your kids about what they see—and what they don’t say.

We also urge students to bring back the values that were once so ingrained in us: “See something, say something.” “Do the right thing.” It’s time to trade viral videos for genuine values. Let’s encourage young people to be good Samaritans, not passive bystanders.

The violence on our school buses is a reflection of broader cultural decay—but it’s not irreversible. Let’s make 2025–2026 the year we turn things around. A year where silence is no longer mistaken for neutrality. A year where doing nothing is no longer acceptable. A year where our children feel safe again.

This issue isn’t just happening “somewhere else.” It’s here. It’s now. And it demands our attention.

About the author
Maribel A. Pizá is an immigration attorney dedicated to advocating for policies that uphold justice and fairness. She is available for comment and can be reached at (954) 367-6492 or maribel@maribelpizafl.com.

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