Dominio propio

Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
2 Timoteo 1:7, RV-60

Creo que lo más difícil para cualquier ser humano es el dominio propio. Es decir, controlar los deseos, las cosas nocivas y las que más nos gustan. Por diferentes razones, y debido a que somos débiles, no tenemos una razón por la cual renunciar a algo que no es bueno para nosotros.

También es posible que el problema esté en que no tengamos motivación para hacer cambios. Sin embargo, cuando tenemos temor de Dios, esa lucha se hace aun más difícil porque queremos cumplirle. Entonces, si le fallamos, nos sentimos muy mal con Él.

Déjame aclararte que el domino propio no necesariamente es útil para abandonar una falta grave. Puede ayudarnos en otras cosas como trabajar en exceso, comer sin control, fumar, beber y descuidar a la familia. Asimismo, es conveniente para la gente que va al gimnasio, pero no por salud ni por deporte, sino porque idolatra su cuerpo. En fin, el dominio propio les resulta provechoso también a los compradores compulsivos y los malos administradores del dinero.

Todos estos ejemplos que menciono quizá te identifiquen y no es que seas una mala persona, ni que te desprecie Dios. Todo lo contrario. Dios es tu Padre y te ama. A Él le interesa que seas feliz y una persona equilibrada en todo lo que haces.

Así que ahora quiero hacerte la pregunta del millón: «¿Cómo lo logras?». Depende de ti, pues si quieres ver un cambio, la oración es más que suficiente para respaldar tu decisión.