Dichoso el que halla sabiduría, el que adquiere inteligencia. Porque ella es de más provecho que la plata y rinde más ganancias que el oro. Proverbios 3:13-14
¡Ay, dame paciencia, Señor! Esta frase la utilizamos todos en momentos cuando no podemos más. Y tiene sentido decirla, pero lleva implícita una petición que quizá desconozcas y te sorprendas cuando te la explique.
La paciencia solo se desarrolla con dificultades y pruebas. Si le dices a Dios: «Señor, dame paciencia», le pides que te mande una prueba de manera que aprendas a desarrollar la paciencia. ¿Y a quién le gustan las pruebas y las dificultades? ¡A nadie!
Esto lo aprendí con un pastor y me dije que nunca más le pediría algo así a Dios. Más bien le pido que me dé la sabiduría que me ayude a pasar la situación que esté viviendo.
Así que es más valioso ser sabio que paciente.
Aprende a esperar en el tiempo de Dios. Él nunca falla y siempre llega a tiempo.
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