La envidia

No te irrites a causa de los impíos ni envidies a los que cometen injusticias; porque pronto se marchitan, como la hierba.
Salmo 37:1-2

No te sientas mal cuando sientan envidia de ti. ¿Sabes? Eso siempre lo he visto como una buena señal. Cuando llamamos la atención, es porque estamos haciendo algo que les inquieta a los demás. Claro, esto es bueno cuando hacemos lo recto.

La envidia se conoce también como celo o codicia. Es algo horrible, pues no puedes brillar con luz propia debido a que no quieres ser tú mismo. Te frustras a menudo porque no resistes que a las otras personas les vaya mejor que a ti.

También la Palabra de Dios nos orienta a que no sintamos envidia de los impíos, de los que no le conocen. No debemos envidiar sus triunfos ni sus riquezas, pues nosotros tenemos el mejor regalo que es la vida eterna. Además, contamos con todas las promesas a fin de tener prosperidad y bendición.

Sé que muchos nos quejamos y decimos: «Bueno, ¿por qué esta persona sale adelante y le va súper bien si no conoce de Dios, no se congrega, ni obedece sus mandamientos?».

¡No te dejes confundir! Dios te dice que muchos de ellos morirán sin conocerle.

Por lo tanto, es mejor que no lo tengamos todo, sino que lo tengamos a Él y la salvación.